Experiencia "Otredad" // Entrega 1






"El Bocha" trabaja en la verdulería ubicada en la esquina de mi casa desde que nací. Lo elegimos como protagonista de esta experiencia de retrato porque nos resulta una persona muy interesante. En primer lugar, es una persona particular desde lo visual: el Bocha es un tipo bajo y redondito (de ahí su apodo), que siempre lleva puestos un delantal rojo, un gorrito y unas bermudas amplias (que muchas veces no se condicen con la temperatura). Se mueve entre las frutas y verduras con la destreza propia de los largos años  de experiencia y pareciera camuflarse con el entorno. Es el responsable de acomodar la mercadería todas las mañanas y se considera un artista en su labor. Todos los días paso por el frente de la verdulería y lo saludo desde lejos. Él me responde: "hola Abril! Viste que linda que está la verdulería hoy?". 
También es una persona singular con respecto a lo que representa. Nos parecía una opción interesante de por sí trabajar con un verdulero, pero la decisión concreta de trabajar con el bocha nos cautivaba todavía más. Por qué? Principalmente porque disfruta lo que hace, porque se las ingenia para buscarle una veta artística y volver especial un oficio que para el resto de las personas es más bien "normal" (si es que tiene algún valor este concepto). Él es una parte fundamental de la verdulería y la verdulería es algo fundamental para él. Unas semanas atrás me contó que hace meses no va a su casa; que últimamente anda durmiendo ahí mismo. Claro que puede ser polémica este cuestión, pero es evidente que el espacio es una especie de casa para él. Y así se siente. El bocha atiende a sus clientes con una alegría y una naturalidad tales que, lejos de parecer su trabajo, pareciera más bien un rasgo de su personalidad; es difícil de explicar. Se lleva bien con todas las personas del barrio, es una persona muy querida. Se saluda incluso con los vecinos que eligen comprar en otras verdulerías. Cuando era chiquita, me regalaba bananas cada vez que pasaba. Ahora mete alguna que otra fruta extra sutilmente cuando me prepara el pedido y me dedica una mirada de complicidad al entregarme la bolsa. Cómo no sentir simpatía hacia él si cuando fui a preguntarle si quería participar en el proyecto terminó (vaya uno a saber por qué) mostrándome fotos de todos sus sobrinos?
En fin, hablemos un poquito sobre las cuestiones técnicas. La primera toma que hicimos es la que presentamos como segunda opción: aquella en que se encuentra sentado en un banquito en medio de todos los cajones de fruta y verdura ordenados por él mismo. Esta decisión estaba más relacionada con la manera en que entendemos en que se mimetiza con el lugar y es por eso que todo está en foco: el bocha parece un elemento más de la verdulería. La segunda toma, la principal, lo muestra en un plano mucho más cerrado. Nos inclinamos por esta, en lugar de la anterior, por ser menos obvia en cuanto a la presentación. El bocha continúa enmarcado delante de unos estantes de verduras, pero ésta vez la foto no enseña la portada típica de una verdulería. Además, este encuadre nos permite apreciar de forma más detallada su expresión, volverla protagonista. Nos permite apreciar sus particularidades: podemos observar los pliegues de su cara, la textura de su piel, el juego de las remeras, el delantal puesto al revés, sus ojos cansados. El bocha se está durmiendo en vivo delante de la cámara. Su cara refleja las pocas horas de sueño y el esfuerzo dedicado a su trabajo. Podemos observar también su reacción al escuchar movimiento afuera de la verdulería. En medio de su agotamiento, dirige una fugaz mirada hacia su costado antes de que Nico, el hijo de los dueños, se encargue en off de atender a los clientes recién llegados. 

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